Julieta
aún no nacía cuando Aranzazú, otrora pueblo minero, descubrió que en sus
tierras vivía gente ingrata, personas que al cerrar la mina comenzaron a
emigrar. El padre de Julieta, quien trabajó durante los últimos años de
actividad en el yacimiento, decidió quedarse y continuar con las otras labores
familiares: criar cabras, vender queso y cultivar un pedacito de tierra. La
madre de Julieta, que a partir de ese momento llevó la mayor carga de trabajo,
preparaba los quesos que luego su esposo vendía en Concepción del Oro. Otras
actividades que la señora llevaba a cabo diariamente eran: trabajar en la
parcela donde comúnmente sembraba maíz y frijol, actividad harto frustrante
debido a las condiciones climatológicas; preparar la comida; asear la pequeña casa;
y de vez en cuando soportar las actitudes de Javier, hermano mayor de Julieta, quien
comenzaba ya a dar barruntos del carácter que estaba aprendiendo de su papá.
Javier por aquellos días tenía más o menos once años, se dedicaba a cuidar y
llevar a pastar a los animales.
De
un poblacho olvidado y de una árida y rocosa tierra sembrada con zarzas nació
Julieta por allá del año de 1965. Hija de un borracho y de una mujer envejecida
por la desdicha; Julieta, amiga de las cabras, crecía labradora no por gusto
sino por imposición de la vida. Aranzazú fue testigo de su infancia, de los
regaños y mojicones que a menudo su padre repartía entre la familia. El alcohol
inspiraba al señor una furia infundada, misma que desahogaba en su hija y
mujer. La madre de Julieta sólo se resignaba y esperaba a que el llanto las
consolara.
Una tarde sentados en una banca situada en el jardín de la Plaza de la Ciudadela mientras veíamos a algunas parejas, con ropas elegantes, bailar danzón; Julieta que alimentaba a unos pichones con migas de galletas me confesó que a pesar de sentir lástima por su mamá, no se arrepiente de haberla dejado a su suerte: “Cada quien escoge la manera en que vive, y si mi mamá resolvió no defenderse, pues… fue su decisión”.
Julieta no me explicó el como murió su hijo, pero fue después de esto que dejó atrás a Saltillo y llegó a esta ciudad.
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